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Rosa Luxemburgo y nuestra comunidad indígena

Escribe Rossana Mandujano

Publicado: 2021-03-06

El Perú ha estado presente en la teoría marxista desde el principio. Aunque la teoría del imperialismo se desarrolla sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, ya estaba presente en Marx. La destrucción ecológica de los campos ingleses fue "compensada" por lo que Brett Clark y John Bellamy Foster han llamado “imperialismo ecológico”:

Esta fractura metabólica global supuso la declinación de la fertilidad del suelo en Gran Bretaña, importación de trabajo chino a Perú, exportación masiva de fertilizante natural, degradación del ambiente peruano/chileno, guerra por la posesión de los nitratos, y la creación de economías endeudadas. La misma permitió a Gran Bretaña y a otras naciones imperiales el mantenimiento de un “sobregiro ambiental” en sus propios países, apropiándose de los recursos naturales de la periferia.

Pero es recién Rosa Luxemburgo la que le dedica todo –o casi todo- un libro al Perú. Es su Introducción a la economía política. Y no para hablar de cómo nos había afectado el imperialismo, sino para mostrar cómo puede ser una sociedad sin propiedad privada. Al tiempo que critica la invasión hispana, inaugurando lo que hoy llamamos “estudios poscoloniales”, resalta el sistema económico social del antiguo Perú. Las crónicas habían llevado a Europa el informe La noticia de la existencia de este maravilloso país de Sudamérica, aparecía ya en los siglos XVII y XVIII en la literatura europea. Aunque confusamente informaba sobre el Imperio Inca que habían encontrado los españoles en lo que hoy es Perú y en el cual el pueblo vivía en plena propiedad comunal bajo el gobierno teocrático y paternalista de benévolos déspotas”

En cuanto a propiedad era lo que habían propuesto los comunistas siempre. En cuanto a régimen político obviamente no. Luxemburgo estaba convencida de la necesidad de democracia. Tiene un fuerte encuentro con Lenin y Trotsky sobre la necesidad de que el socialismo se construya en democracia, como había propuesto Marx en el propio Manifiesto Comunista. “La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo propio para los miembros de un partido (por numeroso que este sea) no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente” nos dice Luxemburgo.

En realidad ya varios viajeros habían observado la existencia de territorios sin propiedad privada. Pero, obviamente, lo consideraban de modo negativo. François Bernier, que recorrió las tierras del Gran Mongol en Asia y publicó en Amsterdam, en 1699, dice “Estos tres estados, Turquía, Persia y la India cercana, han aniquilado el concepto mismo de lo mío y lo tuyo en su aplicación a la propiedad de la tierra, concepto que constituye el fundamento de todo lo bueno y hermoso en el mundo”.

Que la propiedad del suelo correspondía simplemente a las comunidades campesinas que lo venían trabajando desde hacía milenios, que podía haber un país, una gran sociedad civilizada, en la cual la tierra no fuese un medio de explotación sino simplemente la base de la existencia de los propios trabajadores, no entraba en absoluto en la cabeza de un gran sabio. De manera tal que, al deconstruir esos conceptos, Luxemburgo mostraba que la “ciencia” también es un terreno de la lucha de clases. Son numerosos los momentos en que Rosa se burla de la estrechez de miras de la “ciencia oficial de la Ilustración burguesa”, cuyo campo visual “es infinitamente más estrecho que los romanos de hace casi dos mil siglos”.

¿Por qué un texto tan importante no fue difundido en el mismo nivel que Reforma o Revolución (1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La Acumulación del Capital (1913)? Hay varias explicaciones posibles. En general Luxemburgo no ha sido muy difundida, hay que reconocerlo. Durante mucho tiempo el estalinismo tuvo el monopolio de las publicaciones marxistas y no le interesaba publicar textos de quien había defendido la democracia socialista. Pero los trotskistas tampoco estaban interesados. Sus críticas a la Revolución Rusa habían sido en el periodo de Lenin y Trotsky. Entonces sólo se publicaron los debates contra la socialdemocracia.

Pero ¿será eso todo? La propia Luxemburgo nos habla de una resistencia a las noticias del socialismo primitivo. En la supervivencia de las comunidades se unen dos procesos revolucionarios: el de nuestros países periféricos y el del centro capitalista. En tiempos de Luxemburgo se hablaba de Europa ahora habría que añadir Estados Unidos y China:

La burguesía, al haber recibido lacerantes heridas en sus intereses de clase, husmeó una oscura relación entre las antiquísimas tradiciones comunistas que le oponían en los países coloniales la más enconada de las resistencias al avance de la “europeización” ávida de lucro de los aborígenes, y el nuevo evangelio del ímpetu revolucionario de las masas proletarias en los antiguos países capitalistas.

Un tercer motivo es el “leninismo”, enfermedad senil del comunismo. La política que pretendió ocultar todos los ricos debates que se produjeron en el largo proceso de la Revolución Rusa. La comunidad campesina fue reivindicada allá por los populistas. Desde la muerte de Mariátegui hasta la década del 40 se ocultaron sus obras tildándolas justamente de populistas. Nadie dijo que fueron los populistas, especialmente Vera Sazulich, los que mayor correspondencia con Marx tuvieron y que Marx reconoció la importancia de la comunidad campesina como uno de los fundamentos del comunismo en Rusia.

Felizmente desde aquellas jornadas francesas de mayo 68 hasta nuestros días los comunistas nos hemos curado de todos estos problemas y podemos leer a Rosa Luxemburgo con nuevos ojos. Distantes del evolucionismo racista y colonial que supo permear en ocasiones al propio marxismo, sus reflexiones se nos presentan hoy en día como imperecederas


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Anticapitalistas

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