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Chile: otro proceso plebeyo

Porque esta vez no se trata de cambiar un presidente, será el pueblo quien construya un Chile bien diferente

Inti Illimani

Publicado: 2021-12-26

La noche del 21 de noviembre no trajo ninguna sorpresa. Los resultados de la primera vuelta no podían ser otros. La cosa desde el principio estaba definida entre Gabriel Boric, un un dirigente estudiantil devenido parlamentario, que sin ser anticapitalista ni mucho menos, era lo más cercano al cambio social que reclamaban las movilizaciones sociales en Chile y José Antonio Kast, el representante de la contrarevuelta. Todos los demás eran un centro que no cabe a estas alturas. 

La noche del 19 de diciembre tampoco dejó sorpresas. Más allá de las criticas que los sectores movilizados podían hacer a Boric su voto estaba definido. Y eso ocurrió. No sólo porque había que votar contra Kast. En Chile el voto es voluntario ¿Hubiera habido la misma cantidad de votantes en el escenario improbable de que pasara Provoste o Sichel en vez Boric? Lo dudamos. Por primera vez desde el fin de la dictadura unas elecciones convocan a más de la mitad de los electores validos. De hecho supero en más de un millón de votos al resultado de la Constituyente. Lo tradicional es una participación que no llega ni al tercio, se mantiene en un 21% y votan más los ricos. Esta vez ocurrió todo lo contrario. 

Pero si no hubo sorpresas si hubo una alegría desbordante. Cientos de miles de personas recorrieron las calles de todo Chile para celebrar cara a cara lo que sienten como un triunfo propio: poder mantener abierto el ciclo de transformaciones que impulsó la revuelta popular de octubre del 2019. Pero no es solo alegría, sino sobre todo alivio: se había derrotado a uno de los pocos políticos que defiende "la herencia de Pinochet". 

Chile está transitando un largo periodo de politización polarizada, que se asienta sobre una inestabilidad social y política causada por múltiples crisis ecológicas, económicas y sociales. Para los que (como nuestro Ministro de Economía, Pedro Francke) ven los éxitos económicos en términos de crecimiento del PBI, Chile debe ser un ejemplo a seguir. Pero lo cierto es que esa certeza se diluye para los sectores populares, que comienzan a ver cómo su vida se va precarizando de manera implacable. Es un país sin acceso garantizado y universal a salud, pensiones, educación y vivienda. Por otro lado la situación de los pueblos originarios es realmente grave. Sus tierras han sido invadidas hace mucho tiempo en lo que algunos llaman una "segunda conquista", sus luchas son criminalizadas y sus principales dirigentes son presos políticos acusados de terrorismo.

Esta explosiva combinación llevó a la revuelta de 2019. Fue, como bien califica Pablo Abufom, "un portal hacia lo nuevo". La clase dominante respondió con violencia. El presidente Sebastián Piñera declaró la guerra al pueblo, sacando a los militares a aplacar la revuelta. Pero, al mismo tiempo, intento crear una nueva hegemonia en la campaña de la opción Rechazo para el Plebiscito por una Nueva Constitución. En ese proceso Kast cumplió un papel clave que fue lo que lo llevo a la segunda vuelta. 

Frente a eso los sectores populares han adoptado una actividad político-social siguiendo orientaciones feministas y de izquierdas, participando en asambleas territoriales para organizar la defensa de los Derechos Humanos o debatir los contenidos de una nueva Constitución, o involucrándose en las campañas para elegir representantes para la Convención Constitucional, o ingresando a organizaciones sociales y políticas para asumir roles activos en los procesos de cambio. La actividad de los sectores populares es masiva, abierta, autogestionaria, participativa y constructiva, con una voz múltiple.

Por supuesto las mujeres y las disidencias cumplieron un papel central en este proceso. La Coordinadora Feminista 8M emitió un pronunciamiento bastante claro

Llamamos a votar por Gabriel Boric desde la autonomía de un proyecto propio y distinto al suyo. Llamamos a votar por él porque, lo que está en juego hoy es la posibilidad de continuar el camino de transformación desde la movilización, el proceso constituyente y el feminismo, o de que ese camino se cierre por la fuerza con un gobierno autoritario y pinochestista. 

Con ese espíritu levantaron comandos territoriales feministas; se dedicaron hablar con vecinas, amigas, compañeras de trabajo y familias; recorrieron las calles incansablemente durante tres semanas. Buena parte del triunfo es de ellas. Los jóvenes también fueron uno de los motores del 19 de diciembre. El volumen de los votantes está influido en que dos tercios de las potenciales votantes menores de 50 años fueron a las urnas, y que en particular entre las menores de 30 años la diferencia casi llegó a 70-30 a favor del candidato de Apruebo Dignidad. Kast, en tanto, se impuso entre los mayores de 70 años. 

Con el gobierno de Boric se presenta un escenario favorable para el proceso constituyente. Es hora de aprovechar la oportunidad de un gobierno favorable para desarrollar al máximo el potencial del proceso constituyente y abrir un largo ciclo de transformaciones estructurales en el modelo económico, el sistema político y la garantía de derechos sociales.

Pero es necesario recordar que lo que pase o no con el gobierno de Boric depende de que se mantenga esa politización, esas asambleas, esa lucha. Si Boric logra domesticar el movimiento social un giro a la derecha es posible. Ya son muchas las voces que le piden un gobierno "moderado". Si, en cambio, el movimiento social se mantiene estaríamos ante algo más que un cambio de presidente. Como dice Inti Illimani "Porque esta vez no se trata de cambiar un presidente, será el pueblo quien construya un Chile bien diferente"


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Anticapitalistas

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