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Lenin sin leninismo

Escribe: Rossana Mandujano

Publicado: 2024-01-17

Lenin fue un importante difusor del marxismo, o, como preferimos, de la filosofía de la praxis. Su libro El Estado y la revolución nos habla de un Estado en el que se elimina la burocracia, basado en la organización popular, en el que las personas pueden desarrollar el máximo de su potencialidad y creatividad. Unos meses después de escrito ese libro comenzaba la revolución en Rusia. Al principio una revolución que, efectivamente, ponía a las organizaciones de obreros, campesinos y soldados al mando de la nación.

Lenin fue un maestro de la táctica. Pero no hay que sobreestimarlo. La idea de que él fue quien ideo la revolución es exacta en alguna medida. Pero hay que completarla diciendo que, en verdad, en el bolchevismo había líderes de primera. Tanto hombres como mujeres. Grigori Zinoviev, Aleksandra Kollontai, León Trotsky, Inessa Armand por citar algunos nombres. No solo en el bolchevismo. La primera década del siglo XX fue muy rica en toda Europa. La Liga Espartaco de Alemania puede figurar como otro ejemplo.

Cuando Nadezhda Krupskaya dice, en sus Memorias de Lenin, que Kollontai iba a “recibir indicaciones” de Lenin estamos frente al proceso de endiosamiento que terminara instituyendo eso que hasta hoy se llama “leninismo”. Curioso que no diga tal cosa de ningún camarada varón, no hay peor machismo que el practicado por una mujer.

Luego de muerto tanto Stalin como Trotsky se auto titularon leninistas, aunque cada uno usaba a Lenin para decir lo contrario. Pero en realidad el leninismo comienza antes, pronto los soviets dejaron de ser un organismo de frente único de los trabajadores. Si al principio los bolcheviques tenían que dialogar con socialistas revolucionarios (“eseristas”) y mencheviques de izquierda, no pasó mucho tiempo para que estos otros partidos sean ilegalizados. La única prensa que se podía publicar era la bolchevique. Recibieron por eso la crítica de Rosa Luxemburgo:

Demostraron un frío desprecio por la Asamblea Constituyente, el sufragio universal, las libertades de reunión y prensa, en síntesis, por todo el aparato de las libertades democráticas básicas del pueblo (…) (que) realmente involucran los fundamentos más valiosos e incluso los más indispensables de la política socialista

Luego vino el debate al interior del partido. Aleksandra Kollontai y Nikolai Ossinski proponían que las fábricas fueran controladas por sus propios trabajadores, a través de los sindicatos. Tanto Lenin como Trotsky querían, por el contrario, sindicatos bajo control estatal. Y el debate interno del partido también fue suprimido. Así, de la propuesta de El Estado y la revolución no quedó nada. El Estado no comenzó a disolverse sino a fortalecerse. Y dentro del Estado una de las posiciones al interior del Partido Comunista: la de Lenin.

A 100 años de la muerte de Lenin tenemos esa contradicción: o nos quedamos con el autor de El Estado y la revolución o nos quedamos con el gobernante todopoderoso. Nosotros preferimos al primero.


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Anticapitalistas

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