Y nuevamente tenemos un gobierno que no dura dos años. 

Parece evidente que Dina Boluarte no da para más. Pero, cuidado, no fuimos nosotros los que la sacamos. En cualquier actuación saber quienes son los actores es importante. Ha sido la fiscalia, una fiscalia politizada desde los tiempos de Benavides y favorable al Congreso, la que se ha encargado de ella. Lo ha hecho cuando el movimiento social estaba en una especie de receso por Semana Santa. Todos en las playas ¡Que diferente hubiera sido si salia en medio de las "tomas de Lima"!

La disputa entre Boluarte y el Congreso  era clara. Se vio en dos temas que son importantes: los derechos de la mujer y los de la naturaleza. Son temas que han convocado a las dos mayores marchas de este año: el 8 de marzo por el día de la mujer y el 22 en defensa de las fuentes de agua. Pero eso no nos podía llevar a una defensa del gobierno. Boluarte había sido autora intelectual de varias masacres.

Los motivos del allanamiento de la casa de Boluarte también son claros. Día tras día se dedicó a exhibir signos exteriores de riqueza que estaban muy por encima de sus posibilidades. La corrupción en el poder era clara, la gritaba. Pero eso no nos puede llevar a pensar que estariamos mejor, o siquiera que habría más honestidad, en una dictadura congresal. Esta claro que un Congreso que ha cambiado la Constitución sin mayor debate puede hacer lo que le de la gana si acumula todo el poder. Por lo demás los cambios constitucionales preparan una mayor concentración del poder por la mafia. 

Hoy es más urgente que nunca tener claro que ninguno de los dos es nuestra alternativa y que tenemos que levantar un proyecto de cambio radical del sistema. Hoy más que nunca es necesaria la unidad en torno a la bandera de la Asamblea Constituyente. Es urgente que la CNUL, la Plataforma por la Democracia, la CGTP, vayan más allá de sus limites y convoquen a una reunión de todo el pueblo organizado que prepare el camino hacia una Asamblea Constituyente soberana que reorganice el país e instaure la democracia.