Rusia reprime a la izquierda, pero no solo a ella.
Escribe: Daniel Mathews
Como se sabe somos parte de un movimiento mundial por la libertad de Boris Kagarlitsky y los presos de la izquierda rusa. Kagarlitsky ha sido condenado el 13 de febrero a cinco años por acusaciones falsas de "justificar el terrorismo" y encarcelado. En realidad, su único delito ha sido hablar en contra de la guerra de Rusia en Ucrania. Natalia Zviagina directora de Amnistía Internacional Rusia, ha manifestado:
“Esta sentencia es un abuso flagrante de la imprecisa legislación antiterrorista, que se utiliza como arma para reprimir la disidencia y castigar a una persona crítica con el gobierno. Al perseguir a Boris Kagarlitsky —reputado sociólogo cuya postura crítica contra las políticas del gobierno es bien conocida—, las autoridades rusas muestran de nuevo su combatividad contra toda forma de disidencia”.
Pero no es el único. El propio Kagarlitsky dice que "Los socialistas, comunistas y anarquistas, junto con los demócratas de izquierda que no son miembros de ningún partido o grupo, son constantemente víctimas de la maquinaria de represión."
Pero no son los únicos. Deberiamos comenzar ampliando el panorama de presos de conciencia para añadir a los pacifistas, a los defensores de derechos humanos, a los opositores en general. Desde el comienzo de la guerra que Rusia lanzó contra Ucrania, miles de políticos, periodistas, activistas de derechos humanos, abogados y simples ciudadanos han tenido que enfrentarse a multas administrativas e imputaciones penales, tan solo por expresar sus opiniones en las redes sociales. Para asentuar el carácter represivo del régimen se ha modificado la ley penal tal como denuncia Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en el 55º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos realizado en marzo de este año: "El mes pasado, se aprobó una nueva ley que amplía las condenas de quienes sean declarados culpables de difundir información sobre el ejército que el gobierno considere falsa"
En base a esa nueva legislación ha sido condenado a dos años y once meses de prisión Oleg Orlov, copresidente de la organización Memorial, galardonada con el Premio Nobel de la Paz, Natalia Zviagina, de Amnistía Internacional, dice que:
“Al asaltar los domicilios de miembros de Memorial, las autoridades rusas continúan con su caza de brujas contra quienes defienden los derechos humanos y se dedican al activismo. Consideran que la labor de Memorial, que incluye la protección de los derechos humanos en una Rusia cada vez más represiva y el registro de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la era estalinista de la Unión Soviética, es una amenaza para su poder.”
Y no solo es prisión. En algunos casos se llega al asesinato. Durante los 24 años que lleva Putin en el gobierno no son pocos los que han caido. Es el caso de Boris Nemtsov que fue asesinado, el 27 de febrero del 2015, de varios disparos a apenas pasos del Kremlin, sede del poder ejecutivo ruso. En uno de los lugares más vigilados del planeta, nadie vio nada entonces. Nemtsov fue de los primeros -hace ya 10 años- que denunció os ataques rusos en el este de Ucrania. O Vladímir Kara-Murzá a quien intentaron envenenar varias veces y ha sido condenado a 24 años de prisión por oponerse a la guerra. Evidentemente el caso más conocido es el de Alexéi Navalni que ha muerto el 16 de febrero, tras 37 meses en una de las prisiones más remotas y duras de Rusia, cerca del Círculo Ártico, donde fue torturado y luego envenenado.
Pero no es solo la persecusión política. Suele ocurrir que esta viene acompañada de otras persecusiones. Por ejemplo la que se aplica contra las disidencias sexuales. La Duma Estatal rusa aprobó el año pasado una legislación que impone una prohibición general de los procedimientos de “cambio de sexo”, incluida la terapia de reemplazo hormonal. Las enmiendas propuestas no sólo impiden a estas personas cambiar la mención relativa a su sexo en los documentos oficiales, sino que incluyen también disposiciones que les prohíben adoptar, y anulan los matrimonios cuando una de las partes haya cambiado esa mención.
La política homofobica ha llevado a acusar de "extremista" al movimiento LGTBI y en la práctica prohíbe toda actividad pública relacionada con el colectivo, atentando contra los derechos a la libertad de asociación, de expresión y de reunión pacífica así como del derecho a no sufrir discriminación. Quienes se enfrentan a investigación o procesamiento por participar en actividades “extremistas” normalmente sufren bloqueo de sus cuentas bancarias así como restricciones de empleo y de otros derechos, incluida la prohibición de presentarse a elecciones en todos los niveles durante un periodo variable.
En marzo de este año la policia irrumpió en un espectáculo drag del club Pose de Oremburgo, en el suroeste de Rusia. Lo peor del caso es que, como en la Alemania nazi, actuaron en una operación conjunta con grupos "nacionalistas" fomentando un entorno de impunidad respecto a las agresiones homófobas y transfóbicas e instigando un clima de miedo entre las personas LGBTI.
Otro sector perseguido es el ecologista. El 14 de octubre de 2021, Viatcheslav Egorov, de 44 años, fue condenado a 15 meses de cárcel por el Tribunal Municipal de Kolomna. Su delito: haber organizado varias manifestaciones pacíficas en 2018, en esta localidad de la región de Moscú, para protestar contra la ampliación de un vertedero muy cerca de su casa. Nuevamente es Amnistía Internacional, a través de Natalia Zviagina quien nos explica que:
“La mayoría de los conflictos medioambientales en Rusia tienen una causa común. Las autoridades locales no organizan correctamente las deliberaciones sobre los proyectos peligrosos. Los procedimientos de actuación pública suelen llevarse a cabo prácticamente en secreto y de manera informal. Los ayuntamientos y las gobernaciones negocian con las empresas sin decírselo a nadie”
En fin, está claro que el gobierno ruso no solo invade Ucrania. Podemos decir que al interior de las fronteras también está irrumpiendo contra todas las libertades del pueblo ruso. Y eso desde hace un cuarto de siglo. Ya es hora de pararlo.