SUDÁFRICA Y PALESTINA, SEMEJANZAS Y DISTINCIONES
Escribe: Abdel Chehade (Palestina Libre)
Para muchos activistas y luchadores sociales por la causa palestina hoy en día, comprenderla es algo que toma tiempo y que, en muchas situaciones, es un proceso que apenas se comienza, por lo que encontrarle antecedentes cobra importancia.
Un antecedente al que se puede recurrir claramente, y yo diría el más relevante en toda la Historia, es el la Sudáfrica del Apartheid, por la auténtica similitud que mantiene con Palestina, por la coincidencia de fechas y contextos mundiales que enmarca a ambas, y por ser reconocida como una causa con un final (relativamente) exitoso que es plenamente referenciable si también se quiere lograr un final exitoso en el caso palestino.
Podemos dar un vistazo comparado a ambos casos y trazar tanto detalles similares que puedan darnos luces del derrotero que ha llevado el tema palestino para con el fin de la liberación de la Palestina histórica y que incluso puede llevar, como los aspectos en que se diferencian para entender el contexto histórico distinto de la lucha palestina y poder proponer soluciones particulares en el segundo caso.
En Sudáfrica, antes de iniciar el régimen de Apartheid en 1948, el país ya había soportado un colonialismo de 300 años. En Palestina también había existido un pasado colonial previo a la instauración del régimen del Israel segregacionista que conocemo. Este pasado colonial nocivo tiene su antecedente más destacado en el Imperio otomano que dominó la zona antes del Mandato británico de Palestina y que creó las medidas previas adecuadas para la instauración del sionismo, especialmente en la política de propiedad de la tierra que benefició a las colonias sionistas creadas por capitales sionistas coloniales (ej. Los Rothschild). Lo que hizo el Mandato Británico de Palestina a partir de 1917 fue consolidar esta dinámica de desposesión de los campesinos palestinos y propietarios palestinos en general a favor de las organizaciones sionistas y de su plan de dominación.
Obviamente el interés imperialista se iba a beneficiar sin lugar a dudas de este plan de dominación, esto se puede constatar por el hecho de que, por ejemplo, el uso estratégico de los puertos para abastecimiento y reparación de buques para armadas imperialistas británicas y estadounidenses se dio tanto en el colonialismo en Palestina como en el que se dio en Sudáfrica, por lo que los regímenes de segregación le son funcionales a los imperios que apoyan a ambos procesos coloniales.
Una similitud en ambos casos en cuanto a la “guetificación” de la población aborigen, es que en ambos casos se puede constatar una diferencia contrastante entre las zonas residenciales privilegiadas de los colonos de asentamiento y los aborígenes desplazados y gentrificados. En el caso de Sudáfrica entre barrios marginales, donde se acumula la pobreza y que son superpoblados de ciudadanía negra como el suburvio Alexandra que hasta hoy se mantienen y las zonas privilegiadas de descendiente de británicos y afrikáners, y en el caso palestino entre el archipiélago de bantustanes en que se ha convertido Cisjordania con sus zonas B y C en poblaciones como Jenín o Hebrón en contraste con los asentamientos de colonos sionistas en la misma Cisjordania.
Una similitud en cuanto a la influencia que la colonización y ocupación pueden tener en la propia organización de lucha de la población originaria es, que un capitalismo racial neoliberal como es el que se puede observar en ambos casos, puede enfrentar a las poblaciones originarias a partir del excedente de mano de obra. Así como el capitalismo racial en Sudáfrica destruye los movimientos obreros organizados privatizando el trabajo y la tierra para fortalecerse como sistema, así mismo puede hacer en Palestina después del fin de Israel, por lo que la lucha por la liberación palestina tiene que incluir una redistribución completa de la tierra, la riqueza y el poder.
Dos formas históricas de violencia de género en el caso de Sudáfrica: la violencia estatal racial y de género perpetrada por el régimen del apartheid, y la violencia de género dentro del movimiento, que no fue abordada y que acabó efectivamente silenciada en nombre de la prioridad de la liberación política previa a la liberación social: tortura, deshumanización y agresión sexual en el caso estatal y violación sexual en el caso interno del movimiento de liberación. Estas dos formas de diferencia de género se dan también en el caso palestino con la diferencia de que la diferencia de género al interior del campo del movimiento de liberación se da en forma de segregación y discriminación directa y no como violación sexual, sin embargo, en este aspecto la lucha palestina tiene bastantes perspectivas, sobre todo en las nuevas generaciones, de cambiar en este aspecto.
Otra similitud entre ambos casos de lucha se da en cuanto a la estigmatización y persecución de los miembros de las organizaciones de lucha y de sus líderes y militantes destacables.
Los acuerdos que pusieron fin oficialmente al apartheid en Sudáfrica consagraron una serie de libertades democráticas y protecciones de los derechos humanos, entre los cambios más reseñables figura la eliminación del estigma contra los dirigentes y movimientos de la resistencia. A pesar de ello, el desarrollo capitalista racial neoliberal dio lugar a la intensificación de la “securitización racializada”, a la privatización y al usufructo abusivo de mano de obra negra. En última instancia, el acuerdo acabó normalizando los asentamientos y la riqueza británica y afrikaner y exacerbó las condiciones materiales crónicamente pobres de los negros. En el caso palestino, el paralelismo se observa en las traiciones políticas de los dirigentes palestinos cuando firmaron los Acuerdos de Oslo de 1993: los héroes del movimiento de liberación se convirtieron en agentes de un régimen gubernamental políticamente inepto y represivo, y esto por mucho se dio por la incompetencia e ineptitud de los dirigentes palestinos al momento de encarar las conversaciones en los acuerdos.
Luego de esta compilación de similitudes en ambos casos de lucha, veamos las diferencias que se pueden observar siguiendo los mismos aspectos de caracterización que vimos hasta el momento, salvo en el caso de la lucha de género en que la diferencia entre ambos casos ya la destacamos líneas arriba.
En Sudáfrica se estableció un “colonialismo especial” llamado Colonialismo de Franquicia, que consiste en las características típicas de Colonialismo de Asentamiento, que son la naturalización de la presencia de los colonos como clase racial y económica dominante con el fin de dejar de ser considerados como colonos frente a los aborígenes, sumando a eso la explotación de la mano de obra aborigen usándola para extraer sus recursos y confiscando sus tierras (tras el descubrimiento de oro y diamantes en el siglo XIX, los blancos desarrollaron una dependencia de la mano de obra negra). En Palestina lo que buscó el sionismo es establecer claramente un Colonialismo de Asentamiento, en el que se buscó sistemáticamente desplazar a la población palestina originaria alienándola del sistema económico y productivo desplazándola a la fuerza y por medios legalizados, para reemplazarla por mano de obra colonial traída particularmente de Europa.
En el aspecto de guetificación, la diferencia en ambos casos se da de la siguiente manera. . Mientras que a los refugiados palestinos en Líbano se les ha prohibido durante mucho tiempo trabajar en el mercado laboral legal y han quedado, hasta cierto punto, atrapados en los campamentos mientras esperan retornar a Palestina, Alexandra en Sudáfrica es un destino importante para los migrantes sudafricanos de zonas rurales y los africanos de todo el continente. Cada año llegan a Alexandramiles de ellos en busca de empleo en Johannesburgo.
Una distinción entre ambos contextos, relacionado también a las formas de organización, tiene que ver con el papel de la explotación laboral en Sudáfrica. Los trabajadores negros explotados pudieron desempeñar un papel importante en la ingobernabilidad del país mediante huelgas obreras debido a la considerable dependencia económica de los sudafricanos blancos de su trabajo. Mientras que, en Palestina, el colonialismo de asentamiento margina a la población palestina del sistema de producción hegemónico de Israel salvo casos excepcionales en que los propietarios privados palestinos puedan sobresalir por sus propios medios.
Finalmente, la distinción que se puede observar a nivel de representatividad, se da del siguiente modo, tras las negociaciones cruciales que comprometieron los esfuerzos nacionales, en ambos casos, Mandela si logró el regreso de los líderes exiliados y la liberación de todos los presos políticos, Arafat en cambio no lo logró, permitiendo que el resultado de esto agudizara aún más la situación de los palestinos en general. Prueba de esto se vio en que la resistencia política y armada palestina dependiera precariamente de las fuerzas regionales que se confabulaban cada vez más con Israel y con las fuerzas imperialistas.
La interacción y conocimiento entre las distintas luchas de liberación y por la hegemonía de los pueblos nos alimentan y retroalimentan, y eso siempre va a ayudar y sumar a las mismas luchas.