La heterosexualidad también se cura
Escribe: Coya Antai
Ahora que el gobierno quiere curarnos, nosotres proponemos que hay que curar al gobierno también. En verdad creemos que el gobierno no tiene cura. Pero por lo menos hay que curar a los heterosexuales.
Es evidente que del mismo modo que se aplican terapias aversivas y otros métodos para cambiar la conducta sexual de un individuo reprimiendo su homosexualidad podría hacerse lo mismo para cambiar en homosexuales a “sanos heterosexuales”. Hipotéticamente, pues para ello tendría que dejar de ser la heterosexualidad la norma dominante. Pero no se trata de eso. Nos declaramos en contra de cualquier “tratamiento terapéutico” que cambie el comportamiento sexual de las personas. Ahora bien, si no “curar” sí que es tan necesaria la liberación de los heterosexuales como la de las sexualidades alternativas.
No es un problema de porcentajes ni de minorías marginales. Hay un sector de la sociedad que practica la diversidad sexual y otro que la reprime y, entre uno y otro, multitud de comportamientos sexuales y sociales diversos. Si concebimos la sexualidad como una forma de placer y de comunicación humana ¿qué importancia tiene que nuestro/a compañero/a sea de nuestro mismo sexo o del contrario?
Quien nos define como individuos distintos es la ideología dominante y lo hace para reprimir la homosexualidad de los ciudadanos “normales” (los heterosexuales). Lo hace, en definitiva, para impedir toda actividad sexual al margen del orden establecido. No hay que olvidar que la represión sexual, como la familia, ejercen un rol fundamental en la sumisión de los individuos a la autoridad, al orden social burgués. Desde Anticapitalistas cuestionamos que los seres humanos seamos “clasificables”. Los que está esperando una liberación no son solo las sexualidades alternativas. Es la sociedad entera. Para esto tenemos que unirnos a la lucha de los trabajadores, de los indígenas, de todos los oprimidos, contra el orden social burgués.
Sin embargo, cuando sigue siendo “ilegal”, “inmoral” ser lgtbq+, cuando el peso de la ideología es tan profundo que hasta para compañeres revolucionaries es un tabú la misma palabra “homosexual”, tenemos que ser provocadores. Nuestras plumas, nuestras mariconadas son, al mismo tiempo, reflejo de nuestro gueto y desafío a la represión (policial o ideológica igual es represión). Tenemos nuestro propio lenguaje, nuestros propios comportamientos sociales. No necesitamos que nos curen de eso.
De lo que si necesitamos que nos curen, unos y otros, es de nuestra alienación, que nos impide amar libremente, que nos lleva a tener vergüenza de las “diabluras” que hacemos el fin de semana, que nos lleva cada lunes a ser “señores respetables”, o para decirlo más claramente: amaestrados. Y para eso necesitamos terminar con este sistema, con el Estado y la religión, que son la verdadera “ideología de género”.