¿Lucha colectiva o voto individual?
Escribe: Gustavo Castellanos
Muchos compañeros de izquierda dicen que “las masas están en reflujo”. Y, claro, lo dicen porque la gente no cree en ellos. Según la última encuesta electoral más de la mitad de la población tiene indiferencia o hacia las elecciones (no asistirá) o hacia los candidatos (voto en blanco o viciado), incluidos los candidatos de izquierda.
Pero eso no significa que las luchas se hayan apagado o disminuido. Lo real es que se hace sin organización, sin seguir a ningún grupo o líder, pero se hace. Desde hace meses la clase política no puede salir de sus palacios (Ejecutivo o Legislativo) sin correr riesgos. Recordemos el incidente en Ayacucho, donde fue asesinado Christopher Michael Ramos, de apenas 15 años. La presidenta, como si hubiera motivos para festejar, tiraba a diestra y siniestra caramelitos. La gente los dejaba caer. Hasta que la mamá de Christopher se acercó a Boluarte y le jalo los pelos. Nuevas agresiones le cayeron en el desfile militar, donde, a gritos, le exigieron su renuncia y la acusaron de corrupta. La presidenta -mostrando que no tiene nivel para serlo- recurrió a la mentada de madre.
Unos cuantos días después, el 4 de agosto, Patricia Chirinos y Luis Aragon fueron a tomar unas cervezas en un bar barranquino. Cerca de las 3:00 a. m. alguien la reconoció y fue motivo para que todos los parroquianos se levantaran a exigirle que abandonara el establecimiento mientras la insultaban e, incluso, le lanzan un vaso de vidrio. Nuevamente quedó clara la calaña de nuestra clase política. La parlamentaria respondió a los agravios levantando el dedo medio con mucha grosería.
El 6 de agosto se festejaba el bicentenario de la batalla de Junín. La presidenta, temerosa después de lo ocurrido en Fiestas Patrias, no asistió. Designó al primer ministro, Gustavo Adrianzen. Para que no corra ningún peligro el desfile oficial fue protegido no por uno sino por tres cercos policiales. Pero el desfile alternativo fue el que más gente convocó y resultó más significativo. Fue un claro rechazo tanto al gobierno como a la acción policial de ese día.
El 8 de agosto le tocó al gobernador regional de Ayacucho Wilfredo Oscorima, vinculado a Dina Boluarte por el regalo de relojes y joyas, vivió un episodio similar en su región. Durante un evento público en Huanta, más de 15 mil personas se congregaron en el estadio local para rodear al funcionario, insultarlo, tirarle piedras y botellas. Fue tal el descontento que el ‘wayki’ de la presidenta optó por huir en un helicóptero del Ejército. “El gobernador piensa que los huantinos somos ‘tontos’ y por nuestro pueblo vamos a luchar,” expresó un manifestante del Frente de Defensa y Desarrollo de la Provincia de Huanta, reflejando el sentir generalizado de descontento y desconfianza hacia las autoridades.
El mismo día se inauguraba el Festival de Cine de Lima en el Gran Teatro Nacional, a cargo del Ministerio de Cultura. La ministra Leslie Urteaga fue a “manifestar su apoyo al cine nacional”. Pero es un apoyo hipócrita. Bonitas palabras después de permitir que prospere una ley que quita el apoyo económico al cine y lo somete a censura previa. Por supuesto los cineastas no lo iban a recibir con agrado. Lo primero que se vio fue una banderola en defensa del cine peruano. Inmediatamente que comenzó el discurso de la ministra la gente comenzó a gritar y pifiar. Urteaga no pudo terminar su discurso.
Todas estas expresiones son muestra de que la gente cree en la manifestación colectiva. Si bien es cierto que puede haber algunas irrupciones individuales como la del poeta Paolo de Lima tirando un vaso con cerveza a Chirinos el acto en si es colectivo. La clase política quiere conducir esto hacia el acto electoral donde el colectivo se desarticula en las opciones individuales. De lo que se trata es más bien de hacer de todos estos pequeños colectivos una gran suma. Algo como lo que se vio el 27 de julio. Esa es nuestra tarea.