Contra la minería, contra el imperialismo
Perspectiva antidesarrollista
Ningún acoso nos callara
"Poner un cuartel militar en cada mina", "salir de la Corte Interamericana de Derechos Humanos", "aprobar la pena de muerte". Esas son algunas de las recetas que nos dan para frenar la ola delincuencial. Más represión, criminalización de la protesta, control absoluto de la población. En una palabra: dictadura.
Y es que no hay salida a la delincuencia si nos mantenemos en un sistema que vive del robo. Aún en el mejor de los casos el robo que hace el patrón de lo producido por los trabajadores, el robo que hace la clase política del poder que debería estar en manos del pueblo organizado. Pero eso sería un capitalismo ideal, en algún extraño país que no conocemos. El robo, la delincuencia, el asesinato, tiene niveles mucho mayores en países que ni siquiera tienen una burguesía bien constituida, que se construyen mirando para afuera, que depende de sus exportaciones. Estoy hablando de nuestra América. Y quiero hablar una de sus mercancías más importantes: la minería.
LA MINERÍA
El crimen de Pataz no nos puede dejar callados. Desde que llegaron los españoles se nos ha impuesto desde fuera la política minera. El Perú siempre ha sido y será un país con vocación agrícola. La minería nos ha sido impuesta desde afuera. Primero por los españoles y su sed de oro. Fue ese oro el que produjo la acumulación originaria de capital desde la que nace el capitalismo. Luego por Inglaterra, Estados Unidos y ahora China.
La minería es un robo al país. Vendemos piedras para luego comprarlas como objetos de valor. Pero es sobre todo un robo al campesino: se le quita la tierra, el agua, el aire para afectar la naturaleza sin remedio. Y con eso se nos roba el medio ambiente a todos. Los campesinos, al defender sus tierras, están haciendo algo más: están defendiendo el planeta.
Puede ser que la defensa del planeta la veamos muy lejana. Pero la minería afecta cosas mucho más cercanas. En primer lugar la salud de los propios mineros y sus familias. Mientras los empresarios se llenan de dinero, los pulmones y la sangre de los trabajadores se llena de minerales pesados y sustancias toxicas. En segundo lugar sus derechos laborales. No es cierto que la gran minería compita con la informal o ilegal. Le permite trabajar porque no tiene "sobrecostos" como le llaman los patrones a nuestros derechos. Luego le compra lo extraído. Pero, por si fuera poco, también le quita la vida como hemos visto en el asesinato de los 14 de Pataz. La competencia entre mineros ilegales por el control del territorio. Es una extensión de lo que ocurre antes de la instalación de la mina. Las más de las veces las minas se instalan después de haber dado muerte a los campesinos que defienden su territorio.
OPCIONES
Hay tres opciones posibles. La primera, la de la derecha, es la reseñada al iniciar este artículo: aprovechar los asesinatos para imponer un régimen represivo que deje atrás los derechos humanos. La segunda es la de la izquierda: Nuevo Perú, Voces del Pueblo y el Partido de los Trabajadores y Emprendedores ha sacado por 1° de mayo un documento conjunto en que propone "reforma de la minería" o, lo que es lo mismo, la política de que cambie algo para que no cambie nada. No es extraño que derecha e izquierda, todo el espectro político del parlamento, haya votado a favor de la minería ilegal, de la prolongación del REINFO.
Aunque parezca extraño la propuesta más radical (que va a la raíz) ha venido de la Iglesia Católica: superar la minería y el desarrollismo:
Frente a una perspectiva de "progreso y desarrollo" basada solo en la minería, es necesario impulsar alternativas que mejoren la calidad de vida de las personas desde sus potencialidades locales y sus saberes ancestrales que no se queden solo en la lógica de "crecimiento económico" o de "chorreo" sino en la búsqueda del buen vivir, que logre la mejora del conjunto de las personas, no solo de manera individual
Para nosotros esa es una propuesta claramente anticapitalista, que parte de los problemas acuciantes de hoy para formular una propuesta que no solo afecte el tema de seguridad sino el de la sociedad que está en la raíz del problema.