Cien años de teatro, el Perú en el siglo XX
Escribe: Alberto Mego, perseguido político por el caso Perseo
En general en Latinoamérica, y particularmente en el Perú, la historia del arte refleja siempre el devenir de los pueblos, de sus luchas, del conflicto cotidiano en pos de la construcción del futuro. Y no podemos liberarnos de esa correspondencia cuando nos referimos al teatro por ejemplo. Me es difícil separar la emoción estética, la satisfacción que procuran los ejecutantes, del aliento que prodiga el público con su atención y aplauso. Esa colectividad pone el alma cuando las obras repercuten en sus sueños e intereses, de todo tipo, principalmente materiales.
Es posible que aún no tuviera clara esta premisa cuando, en los primeros años de los 70, empecé este largo artículo. Washington Delgado terminaba una enciclopedia sobre historia de la literatura en la República y había encomendado el teatro del siglo XX a Alberto Ísola, pero este tuvo que viajar y le trasladó el encargo a Maritza Kirchhausen. Ella también tuvo un impedimento y me lo pasó a mí. Después de hablar con Delgado en su acogedora casa, comencé la rutina de recoger información de una biblioteca y otra. Pero, joven e inquieto actor, algo me distrajo de esa tarea bibliográfica, y cuando volví a comunicarme con él, me dijo que el plazo había vencido. De manera que mis apuntes esperaron y esperaron.
Pasaron más de cincuenta años y este libro sobre el teatro y el público peruano recién sale a la luz. Y como fui activo participante de eventos culturales y teatrales de los 70 en adelante, no voy a negar que sea un testimonio de parte, es decir, parcializado. Porque la impronta social de aquellos años me enseñó a aquilatar el tiempo y el espacio desde una posición concreta, desde el suelo inmediato, considerando “en frío”, como decía Vallejo, las influencias lejanas a la realidad de nuestro entrañable país. Aunque también es verdad que en el siglo XX, dada la aparición de fuerzas productivas hasta entonces desconocidas, los acontecimientos sociales, políticos y culturales repercutieron al mismo tiempo en los rincones más lejanos del planeta y enriquecieron los anhelos de trasformación de la humanidad.
En ese contexto, la búsqueda de razones científicas que expliquen el desarrollo de los pueblos da lugar a audaces tecnologías que a lo largo del siglo reconfiguran la vida con incesantes innovaciones. Talentosas personalidades enriquecen el medio artístico e intelectual para fortalecer las formas como se expresa la cultura y el teatro en este periodo histórico. Poetas, escritores y escritoras, actores y actrices, hombres y mujeres de teatro se esfuerzan, con diferente suerte, por participar en un género que demanda la convergencia de un conjunto humano sobre el escenario, en tanto sirve a las necesidades recreativas de la sociedad.
En este siglo, los conflictos sociales a nivel mundial se agudizan. Como lateral consecuencia, la actividad teatral del Perú acoge metodologías y técnicas que marcarán su trayectoria. Diversos dramaturgos, actores y directores, como Bertolt Brecht, Atahuallpa del Cioppo, Enrique Buenaventura, Augusto Boal y, en nuestro medio Víctor Zavala y Jorge Acuña, dan una nueva concepción a la realización del teatro, donde la conciencia social determina la labor artística y su rol movilizador. Durante la Guerra Fría, la pugna de dos ideologías, la capitalista y la socialista, imprime una orientación al mundo cultural.
En la última parte del siglo, durante casi dos décadas, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), el Perú vivió el conflicto más agudo de su vida republicana. Por un lado el Estado, por otro una insurgencia guerrillera, continuación de antiguas rebeldías, y en el medio la inmensa población que se polariza. Miles de muertos y desaparecidos. El pueblo que dio la sangre de sus mejores hijos ve el fracaso del movimiento insurreccional. Se imponen nuevas condiciones sociales, promovidas por el liberalismo corrupto y trasgresor inaugurado por Fujimori, pero heredado desde tiempos coloniales. Entonces comienzan sucesivos gobiernos que saquean el erario nacional, sus riquezas naturales y especialmente las ilusiones de los peruanos. Y ahora pocos se preguntan por el papel que cumple el teatro en el corazón de los espectadores. ¿Puede servir el arte dramático a las causas justas?
Esa es la respuesta que busca este libro, y espera encontrarla en la juventud, en aquellas y aquellos que no ven en las vitrinas del arte convencional sus expectativas como mujeres y hombres del futuro. Sin duda, este trabajo tiene muchas limitaciones, pero es una invitación a mirar el arte teatral en concordancia al contexto social que vivimos los peruanos.
Ese es su desafío.
Texto enviado por el autor. Publicado antes como prólogo del libro de Alberto Mego Cien años de teatro el Perú en el siglo XX, Lima, editorial Amarti, 2003
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